Las lenguas electrónicas pueden convertirse en un aliado del agricultor vitivinícola para conocer con detalle el grado de maduración de la uva y mejorar la competitividad del sector. Así se deriva de un estudio desarrollado por investigadores de la Universitat Politècnica de València (España), en colaboración con Torre Oria. Los investigadores de la UPV aplicaron lenguas electrónicas desarrolladas en su laboratorio para medir la maduración de ocho tipos distintos de uva (Macabeo, Chardonnay, Pinot Noir, Cabernet Sauvignon, Shyrah, Merlot y Bobal) en varios viñedos de las localidades de Requena y Utiel (Valencia). Observaron una buena correlación entre la respuesta de la lengua y parámetros que se analizan en las pruebas tradicionales: la acidez total del fruto y su cantidad de azúcar.
Los resultados, que han sido publicados en la revista Food Research International, confirman la utilidad de estos dispositivos para controlar la madurez de la uva y, por lo tanto, evaluar el momento más adecuado para la cosecha.
Entre sus principales ventajas, las lenguas son económicas y portátiles. “Esto último es especialmente últil para evaluar el grado de maduración de la uva, una medida que con los métodos actuales de análisis requiere generalmente de una valoración posterior en laboratorio”, apunta Ramón Martínez Máñez, investigador del Centro de Reconocimiento Molecular y Desarrollo Tecnológico (IDM) en la Universitat Politècnica de València.
Los productores destacan también la posible utilidad de las lenguas para llevar a cabo medidas sobre el fruto en la misma entrada a las instalaciones donde se traslada la cosecha.
Los investigadores de la Universitat Politècnica de València están trabajando actualmente en nuevas aplicaciones de las lenguas electrónicas en el sector. En concreto, evalúan su utilización para controlar la fermentación de la uva en cubas.
“Estos dispositivos permitirían llevar a cabo una monitorización en continuo de este proceso, lo cual redundaría en un mayor control sobre el producto y, en último término, en un mejor rendimiento de la cosecha y competitvidad del sector”, añade Inma Campos, investigadora del IDM de la UPV.
Fuente: noticiasdelaciencia.com