Se calcula, a pesar de que en nuestra mente no seamos capaces casi ni de comprender esas cifras, que aunque el Sol ha brillado ya durante cinco mil millones de años, todavía no ha llegado ni a la mitad de su existencia. También que, si no seguimos al ritmo que llevamos, cada año arroja sobre la Tierra una energía cuatro mil veces mayor de la que necesitamos. La energía solar es una energía que, en el caso de un país con una situación geográfica tan privilegiada como es España, por ejemplo, supone una cantidad de 1.500 kilovatios a la hora. Una energía tan inmensa que es la responsable de la vida de todos los organismos y de los flujos de la atmósfera y los mares.
Pero, ¿qué es exactamente la energía solar? ¿Qué podemos obtener del Sol? Principalmente, dos cosas: calor y electricidad. Hay varias maneras de recoger los rayos que cada día emite el Sol sobre la Tierra:
– Energía solar fototérmica: aprovecha el calor en sí mismo gracias a unos colectores solares que reciben el calor del sol y lo transfieren a un fluido de trabajo. El calor se utiliza entonces para calentar edificios, agua, mover turbinas, secar granos o destruir desechos peligrosos, entre otros usos.
– Energía solar fotovoltaica: transforma los rayos en electricidad a través de los paneles solares o de las células fotovoltaicas. Los paneles solares, que están fabricados por silicio (el segundo elemento más abundante de que disponemos, después del oxígeno) que, junto con otros materiales, y al ser excitado por la luz solar, permite que se muevan los electrones y se genere una corriente eléctrica directa. Las células fotovoltaicas, por su parte, atrapan los fotones de la luz solar liberando con ello una carga que se convierte en electricidad.
– Energía termoeléctrica: transforma el calor solar en energía eléctrica de una forma indirecta, ya que se trata de una combinación de las dos primeras: se aprovecha la energía solar fototérmica para obtener electricidad. Para ello, utilizan grandes sistemas de espejos móviles que concentran rayos solares en un punto específico calentando así un fluido. Ese fluido luego se aprovecha para producir electricidad mediante un generador.
La energía solar no sólo tiene usos prácticos mediante los cuales podemos calentar casas o hacer funcionar máquinas. En realidad, todas las energías renovables, excepto la geotérmica, requieren de la fuerza del Sol.
Podría decirse que la energía solar es una de las más limpias de las que utilizamos hoy en día, puesto que no produce ruido ni contaminación, además de que tiene, como ya hemos visto, una larga (por no decir inagotable) vida. Sin embargo, también tiene alguna desventaja, y es que está sometida a constantes fluctuaciones: cuando más la necesitamos, es decir, en invierno, es cuando menos puede darnos, puesto que la radiación del Sol es menor. Asimismo, también depende, por supuesto, de la situación geográfica, por lo que no todos los países, ni siquiera todas las ciudades, pueden disfrutar de ella con la misma facilidad que el nuestro. Además, y a pesar de los avances, la tecnología para su aprovechamiento todavía es cara para el consumidor.
En cualquier caso, el Sol es una energía que necesitamos para el funcionamiento de todos los seres vivos de nuestro planeta, al menos, de momento, por lo que no podemos dejar que se apague.
Fuente: Twenergy