Se estima que cada año se utilizan en la Unión Europea 2.025 envases desechables para comida rápida, un sector en auge y que crece rápidamente, con un valor de mercado proyectado en más de 80.000 millones de dólares para 2020.
Si la mitad de estos envases fuesen reciclados, los investigadores aseguran que se reducirían las emisiones equivalentes de gases de efecto invernadero generadas anualmente por 55.000 automóviles.
La Universidad de Manchester ha llevado a cabo el primer estudio exhaustivo sobre los impactos ambientales que tienen estos recipientes, analizando los propios de los envases de aluminio, poliestireno y polipropileno. Si bien concluyó que los de espuma de poliestireno tienen unha huella de carbono más baja (50% menos que los de aluminio y tres veces más que los de plástico debido a la menor cantidad de materiales utilizados en su fabricación y a la menor cantidad de energía consumida en la producción de espuma de poliestieron), se encuentran con más limitaciones a la hora de ser reciclados.
A través del análisis del ciclo de vida (ACV) de estos envases, contemplando su fabricación, uso y gestión de residuos al final de su vida útil, el equipo de científicos encontró 12 impactos ambientales diferentes, incluyendo el propio de cambio climático u el de agotamiento de los recursos naturales. De ahí que la reutilización de los envases constituya una importante medida con la que minimizar sus impactos a lo largo del tiempo.
Por su parte, el estudio también concluyó que los recipientes tipo Tupperware reutilizables tenían una huella menor que la espuma de poliestireno desechable cuando se reutilizan más de 18 veces, y ello a pesar de la energía y el agua utilizada para su limpieza.