La Unión Europa y Australia han acordado unir sus mercados de derechos de emisión de CO2. A partir de 2015 las empresas australianas podrán comprar derechos en la UE y como muy tarde en 2018 las europeas podrán adquirir derechos en Australia. Así, el controvertido mercado de CO2 crece y recibe un respaldo internacional. La UE también negocia con Nueva Zelanda.
En un comunicado conjunto, el ministro australiano de Cambio climático, Hoon Greg Combet, señala: “Vincular los sistemas de Australia y la UE reafirma que los mercados de carbono son el principal vehículo para combatir el cambio climático y el medio más eficiente para conseguir reducción de emisiones.
“Ampliación de mercado, dilución de problemas”, así resume una fuente del sector la ampliación. El mercado europeo ha sido criticado porque la UE repartió demasiados derechos de emisión entre sus fábricas. El resultado es que el precio de la tonelada de CO2 se ha hundido. Si las previsiones se hicieron con un precio por tonelada a 20 euros, ahora ronda los ocho.
Miles de industrias, que recibieron gratis esos derechos, han reducido su producción con la crisis y han hecho caja con esos derechos al venderlos. Aun así, la UE ha mantenido su apuesta y busca fórmulas para retirar del mercado el exceso de derechos de emisión o retrasar las subastas para el periodo 2013-2020. Que las empresas australianas compren derechos en la UE no solucionará el problema de la sobreasignación en la UE.
La comisaria de Acción para el Clima, Connie Hedeegard, destaca que este es el primer mercado intercontinental. Australia eliminará el precio mínimo por tonelada que había fijado en 15,8 dólares. Durante años, Australia se negó a ratificar el protocolo de Kioto. Ahora se ha comprometido a reducir sus emisiones e incluso a aceptar un segundo periodo de cumplimiento de este tratado. El acuerdo supone “un primer paso para unir el marcado de carbono de la UE con los mercados en desarrollo en Asia-Pacífico”, según la UE.
Nueva Zelanda y estados de EE UU como California han puesto en marcha mecanismos similares de comercio de CO2. La UE negocia con Nueva Zelanda una vinculación similar.
Fuente: El País