El horario de verano (o tiempo de ahorro de luz) es el horario que sigue la convención por la cual se adelantan los relojes para usar más la luz diurna. Los relojes se adelantan una hora a principios de la primavera y se retrasan de nuevo en otoño.
El Cambio de Hora cumple una Directiva Europea del ‘Cambio de hora’ que pretende favorecer el ahorro energético, según ha informado el Ministerio de Industria, Energía y Turismo.
Algunas civilizaciones antiguas, como la egipcia, la romana y la mesopotámica, ajustaban los horarios al sol con mayor flexibilidad de lo que lo hace el cambio horario.
Alemania, sus aliados y sus zonas ocupadas fueron los primeros países europeos en emplear el horario de verano, que se aplicó por primera vez el 30 de abril de 1916. El Reino Unido, la mayor parte del resto de los Estados en guerra y muchos países neutrales europeos les siguieron. Rusia y otras pocas naciones esperaron al año siguiente, y los Estados Unidos no lo emplearon hasta 1918.
El horario de verano moderno fue propuesto por primera vez por Benjamin Franklin y posteriormente, en 1907, por William Willett. Se empleó ampliamente por primera vez en 1916, durante la Primera Guerra Mundial, para ahorrar carbón. A pesar de las controversias, muchos países lo vienen empleando desde entonces.
El cambio de hora comenzó a generalizarse, aunque de manera desigual, a partir de 1974, cuando se produjo la primera crisis del petróleo y algunos países decidieron adelantar sus relojes para poder aprovechar mejor la luz del sol y consumir así menos electricidad en iluminación. Se aplica como directiva desde 1981 y ha sido renovada sucesivamente cada cuatro años.
Sin embargo, tras la aprobación de la Novena Directiva aprobada por el Parlamento Europeo y el Consejo de la Unión, desde enero de 2001 el cambio se aplica con carácter indefinido. En la normativa española se incorporó mediante el Real decreto 236/2002, de 1 de marzo.
El carácter indefinido de la aplicación del cambio de hora se adoptó por entenderse que «el buen funcionamiento de algunos sectores, no sólo el de los transportes y las comunicaciones, sino también otros ramos de la industria, requiere una programación estable a largo plazo».
En concreto, la fecha para el inicio de la hora de verano, y su finalización se producen el último domingo del mes de marzo y el último de octubre, respectivamente. La vocación de permanencia de la directiva permite que ciudadanos e instituciones públicas y privadas de la UE conozcan con anticipación las fechas del cambio horario para planificar su actividad sin necesidad de esperar a norma futura.
Según un estudio sobre el alcance y los efectos de la medida realizado por la Comisión Europea y presentado al Parlamento en 1999, el cambio de hora tiene impactos «positivos» no sólo sobre el ahorro sino sobre otros sectores como el transporte, las comunicaciones, la seguridad vial, las condiciones de trabajo y los modos de vida, la salud, el turismo o el ocio.
El añadir tiempo de luz diurna a las tardes beneficia al comercio, a la práctica deportiva y otras actividades a las que favorece la presencia de luz tras la jornada laboral, pero puede ocasionar problemas a la agricultura y a otras ocupaciones que dependen del tiempo de exposición a la luz solar. El incremento vespertino de luz puede ayudar a disminuir los accidentes de tráfico, pero sus efectos sobre la salud y la incidencia del crimen están menos claros. Se dice que mediante el horario de verano se ahorra energía eléctrica al reducirse la necesidad de iluminación artificial, pero las evidencias que lo apoyan son débiles, dado que el horario de verano puede estimular la aparición de picos de demanda, lo que incrementa los costes.
Por otra parte, los cambios de horario dificultan la percepción del tiempo y pueden causar problemas de sueño a las personas, así como trastocar reuniones, viajes, facturación de equipaje, el mantenimiento de registros, dispositivos médicos y el uso de maquinaria pesada. Muchos sistemas dirigidos por computadoras son capaces de ajustar sus relojes automáticamente, pero se llegan a producir errores, sobre todo cuando las reglas del horario de verano.
En España, un estudio realizado por el IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía) en el año 2011 encontró un ahorro del 5% en el consumo de energía eléctrica doméstica durante los meses con horario de verano.
Fuente: Wikipedia