El Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) señala que la conducción eficiente o ecológica, en comparación con una conducción agresiva, reduce las emisiones de dióxido de carbono (CO2), uno de los principales gases implicados en el cambio climático, así como otras emisiones contaminantes: hasta un 78% de monóxido de carbono (CO), un 63% de hidrocarburos y un 50% de óxidos de nitrógeno (NOx). La contaminación acústica también disminuye: un coche a 4.000 revoluciones por minuto (rpm) hace el mismo ruido que 32 coches a 2.000 rpm.
En cuanto a los beneficios económicos, la conducción ecológica puede ahorrar en combustible hasta un 25%, aunque lo más normal es entre un 10% y un 20%, según Julián Estévez, ingeniero experto en automoción y autor del blog «Idea Secundaria». El IDAE añade otras ventajas para el conductor: reduce el coste de mantenimiento del vehículo y mejora el confort y la seguridad (disminuyen los riesgos y la gravedad de los accidentes).
Ahora bien, la conducción eficiente se debe realizar de manera correcta o de lo contrario puede provocar averías graves. En resumen, conducción eficiente sí, pero bien hecha con los siguientes consejos:
1. Utilizar bien las marchas: el IDAE recomienda circular en la marcha más larga posible. El conductor eficiente debe encender el coche (sin embragar ni acelerar), meter la primera marcha, acelerar de forma suave y cambiar a segunda a los dos segundos o a unos seis metros de trayecto recorrido, porque es la que más consume. Después, hay que subir de marchas hasta la quinta desde los 50 km/h, en coches de pequeña y media cilindrada, y 60 km/h, en los de gran cilindrada. Esto no significa llevar el coche ahogado, porque podría ocurrir alguna avería a la larga. Si para mantener la velocidad hace falta pisar el acelerador más de las dos terceras partes de su recorrido, el vehículo no va bien y hay que bajar de marcha. Lo idóneo es ir entre 2.000 y 2.500 rpm en los motores de gasolina y entre 1.500 y 2.000 en los motores diesel.
2. Meter bien el embrague: su mal uso está muy extendido, según Estévez. No hay que utilizarlo para frenar ni para encender el motor, y en cuanto a la transición de marchas, debe ser rápida, sin bajar más de 400 rpm en el cambio.
3. Mantener una velocidad uniforme: acelerar y frenar de forma constante no es bueno para el vehículo y consume mucho combustible. Tampoco hay que abusar de la velocidad, porque el consumo se dispara a partir de los 100 km/h.
4. Actuar con anticipación y frenar con el motor: hay que adaptarse con antelación a las condiciones de la carretera. Según Julián Estévez, «no hay que frenar cuando quedan dos metros, sino aprovechar la inercia y frenar suave. También es importante reducir con las marchas engranadas (freno motor)». No se debe bajar una pendiente en punto muerto, porque consume combustible y es peligroso (desgasta los frenos). Antes de entrar en una curva, hay que levantar el pie del acelerador y, si fuera necesario, reducir de marcha. Una vez en la curva, se debe mantener la velocidad con el pie estable en el acelerador. En las caravanas es mejor circular sin acelerones ni frenadas. Con una marcha engranada, sin pisar el acelerador y a una velocidad superior a 20 km/h, no hay consumo de carburante.
5. Mantener una temperatura interior adecuada: en verano se puede ir a 23-24ºC y en invierno ir más abrigados. No hay que abrir las ventanillas a alta velocidad, porque se produce una mayor resistencia al aire y un mayor consumo de carburante, ni abusar del aire acondicionado o climatizador, uno de los equipos accesorios que más consume.
6. Llevar bien los neumáticos y de alta eficiencia: las ruedas son responsables de hasta el 20% del consumo de combustible. Su falta de presión aumenta el gasto y es causa importante de accidentes, según el IDAE. Los fabricantes recomiendan revisar la presión una vez al mes. Lo apropiado son los neumáticos de calificación energética A, que ahorran combustible (medio litro por cada cien kilómetros en un coche con un consumo de siete litros por cada cien kilómetros, según un informe del Real Automóvil Club de Cataluña RACC y Michelin), ofrecen más seguridad y generan menos ruido y contaminación.
7. Realizar los mantenimientos periódicos: mantener los niveles y filtros ahorra combustible y reduce las emisiones contaminantes, mientras que detectar posibles fallos puede evitar averías más graves.
8. No sobrecargar el vehículo: llevar más peso del necesario o distribuir mal la carga incrementa el consumo. Tener una baca con equipaje puede aumentar el gasto hasta un 39% a una velocidad de 120 km/h.
9. Apagar el motor: un coche detenido con el motor encendido consume hasta 0,7 litros/hora. Si se está parado más de dos minutos (si el automóvil tiene más de diez años, menos de dos minutos), hay que apagarlo, una práctica que se puede hacer de forma frecuente sin perjudicar el motor, según el IDAE.
10. Elegir un coche que priorice la conducción «verde»: algunos modelos incorporan tecnologías que reducen el consumo de combustible, optimizan el cambio de marchas, paran el motor cuando se detiene el vehículo, etc. Y no hay que obsesionarse por el diesel. Julián Estévez apunta que hay motores de gasolina con consumos de cinco litros a los 100 km que un diesel no puede igualar.
FUENTE: Eroski Consumer (http://www.consumer.es/web/es/medio_ambiente/urbano/2013/02/04/215652.php)