«Si crees que la economía es más importante que el medio ambiente, intenta aguantar la respiración mientras cuentas tu dinero”. Con esta provocadora frase quiso alertar el comisario europeo de Medio Ambiente, Janez Potocnik, sobre las últimas pruebas científicas que indican que el efecto de la contaminación sobre la salud es peor de lo que se pensaba. Ahora, la OMS ha insistido en ello con un informe en el que calcula que la mala calidad del aire podría ser la causa de siete millones de muertes al año en el mundo, el doble de lo que se estimó en 2008. La OMS ha llegado a esta conclusión tras revisar más de mil estudios publicados en revistas científicas.
Mientras en el mundo hay 3.000 millones de personas que cocinan o se calientan con fuegos abiertos que emiten partículas dañinas, en Europa y los países avanzados es el tráfico el principal contaminante, sobre todo por NO2 y partículas finas, el llamado hollín del diésel. Se había demostrado que la exposición a elevados niveles de contaminación provoca cardiopatías, ictus, insuficiencia respiratoria y cáncer, pero los efectos son peores de lo que se creía.
Por ejemplo, hasta ahora casi toda la mortalidad por cáncer de pulmón se atribuía al tabaco. Este sigue siendo la principal causa y, de hecho, un fumador tiene 20 veces más posibilidades de sufrir este tipo de tumor que alguien que no fuma. Pero la OMS ha calculado ahora que en 2010 la contaminación causó 223.000 muertes por cáncer de pulmón. La cuestión es que uno puede dejar de fumar, pero difícilmente puede dejar de respirar esas partículas si vive en una ciudad como Pekín, Tokio, Madrid o Barcelona. O como París, que hace unas semanas llegó a tal nivel de suciedad ambiental que tuvo que prohibir la circulación de la mitad del parque móvil.
La Agencia Europea de Medio Ambiente calcula que entre 2009 y 2011 el 96% de la población urbana de la UE estuvo expuesta a concentraciones de partículas finas superiores a los límites que la OMS considera tolerables. Y esto tiene sus efectos: la muerte prematura de 400.000 personas al año. A la luz de estos datos y de las nuevas pruebas científicas, no hay duda de que las autoridades deben tomarse más en serio la calidad del aire que respiramos.
Fuente: ElPaís